TEMPERATURA DEL VINO



     Es bien cierto que "sobre gustos no hay nada escrito", pero también lo es que siempre resultará mejor tomar los vinos a la temperatura que les corresponda y que permita degustar, como debe ser, cada manjar. Es por eso que, a la hora de servir el vino, hemos de tener en cuenta su temperatura, dependiendo de su color o de su edad.

     Sabemos que al vino blanco le sienta bien el frío, más cuanto más dulces sean, pero nunca helados, ya que el frío mermaría sus cualidades. No debe estar en la nevera más de dos horas, pero si se nos ha olvidado, hay diferentes maneras de refrescarlos: una, dejando la botella bajo el grifo de agua corriente. Evidentemente no en verano. Y otro en  un cubo lleno de hielo, o mitad hielo y mitad agua; serán suficientes unos veinte minutos para que se enfríe. No meterlo, bajo ningún concepto en el congelador, ni tampoco echar cubitos de hielo en la copa; entre otras cosas, el frío haría que no apreciáramos los aromas.
     Los vinos blancos y rosados deben beberse jóvenes; los blancos, pasados cinco años pueden empezar a oxidarse al perder su frescura, y los rosados, no conviene que pasen más de seis meses guardados.

     Por su parte, el vino tinto es preferible no meterlo en la nevera, aunque hay quién lo prefiere frío. Lo suyo es la temperatura ambiente. 
     A diferencia de los blancos y rosados, los tintos pueden estar en la bodega hasta veinte y treinta años.

     Y si se tiene la suerte de tener una vinoteca, ésta es la temperatura idónea de conservación:
     
     VINOS BLANCOS:
          Jóvenes entre 8º y 10º
          Viejos dos grados más
     VINOS ROSADOS:
           Entre 8º y 12º
     VINOS TINTOS:
          Jóvenes y suaves entre 9º y 12º
          Jóvenes con cuerpo entre 12º y 15º
          Viejos entre 18º y 20º






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