En general, todos los alimentos perecederos pueden conservarse en el congelador. Pero existen algunas excepciones, como ciertas hortalizas que se consumen crudas -lechugas, escarolas, cogollos de Tudela, etc.- cuyas hojas se ennegrecen a bajas temperaturas.
Ésta época del año coincide con la recogida de coliflores y brócolis, por lo que se consiguen muy frescos, sabrosos y a precio muy asequible. Para quién desee disponer de estas sabrosas hortalizas al instante, durante todo el año, ha llegado el momento de comprar y congelar. No es una tarea difícil si se conoce al método.
CÓMO PREPARARLOS:
- Antes de envasarlos, conviene limpiarlos de hojas, separarlos en "ramos" y lavarlos cuidadosamente.
- A continuación, hay que sumergirlos durante un par de minutos en una cazuela con abundante agua hirviendo ligeramente salada y con un poco de zumo de limón.
- Inmediatamente después hay que escurrirlas en un colador amplio, para no dañar sus delicadas puntas y dejarlos enfriar extendidos sobre una fuente plana forrada con papel de cocina absorbente.
- Una vez fríos, es preciso separarlos en raciones consumibles en una sola vez. Estas cantidades dependerán siempre del número de comensales habituales. Hay que tener en cuenta que una ración normal es de 150 gr. se se sirve como acompañamientos de carnes, aves o pescados, y de 200 gr. en caso de servirse sola.
- Antes de introducir estas raciones en el congelador, hay que envasarlas en bolsas especiales de polietileno bien cerradas, a las que se les deberá quitar el exceso de aire que puedan contener. Este proceso, además de asegurar una perfecta conservación de las hortalizas, agiliza al máximo su posterior cocción.
- Una vez hecho ésto, no olvidar etiquetar las bolsas con su nombre y la fecha de envasado, con el fin de facilitar la identificación del producto.
- Mantenidos en un congelador de cuatro estrellas, a una temperatura media de -20º C, la coliflor y el brócoli aguantarán de 9 meses a un año.
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