HUEVOS

 



     Los huevos, de una gran riqueza nutritiva y de un precio ventajoso, es el alimento que nunca debe faltar en el frigorífico. Rápido de preparar y rápido de cocción, es el perfecto aliado cuando se tiene prisa, de los pequeños presupuestos y de las comidas improvisadas. Ofrece cientos de posibilidades y se adapta a cualquier preparación, porque ¿quién no  ha hecho unos huevos fritos, en un momento dado o una tortilla?. Sería interminable la lista de ventajas que ofrecen los huevos.

     Cuando hablamos de ellos, solemos referirnos al de gallina, sin duda el más conocido y apreciado desde el punto de vista alimenticio, pero hay otros huevos comestibles como los de codorniz, oca, etc...


     Y atención a una serie de aspectos cuando los compremos:

  • La caducidad. Los huevos envasados tienen que llevar la fecha de caducidad en el envase, así como en los mismos huevos.
  • Información adicional en el envase. Debe constar la categoría, la cual depende del peso del huevo (la A, por ejemplo, son los más grandes y pesados). Código del día de envasado o de la semana del año (la 1 es el primer domingo de enero y 52, la última).


     ¿Cómo conservarlos?:
  • Siempre dentro del refrigerador, porque mantiene una temperatura estable. En el supermercado nos los encontramos a temperatura ambiente, pero ello se debe a que no aguantan los cambios de temperatura y si están refrigerados, en el transporte a casa cambiarán de temperatura, por lo que podrían perder cualidades.
  • Se deben guardar en el compartimiento especial para ellos, debido a que es la zona que tiene una temperatura ideal para ellos. Aunque, si hemos de ponerlos en otro sitio de la nevera, tampoco pasa nada.
  • Guardarlos siempre con la parte puntiaguda para abajo. Esta posición retarda el deterioro del huevo porque aumenta la distancia entre la yema y la bolsa de aire.
  • Y muy importante: no lavarlos nunca antes de guardar. Sé que hay huevos muy sucios, y no nos gusta meterlos así en la nevera. En ese caso, dejarlos en el envase en el cual los compramos y lavarlos sólo cuando los vayamos a usar. La explicación es muy sencilla: la cáscara es muy porosa y quedaría desprotegida, lo cual entre otras cosas, absorberían los olores circundantes, alterando así las sustancias que contiene el huevo.
  • Y del mismo modo,  sean para cocer o para cascar, lavarlos siempre antes de usar. Por muy limpios que estén, salen por donde salen.


     Al cascarlos, yo tengo una forma de proceder. Lo hago siempre aparte, uno a uno,  y los voy integrando en la preparación, por la sencilla razón de que pudiera venir alguno en mal estado y, si lo hago directamente, me estropearía toda la preparación y tendría que empezar de nuevo. Podéis usar para ello un vaso.

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