La crema de leche no es otra cosa que la nata líquida, aunque se suele denominar así a la nata líquida para cocinar.
Y en el mercado encontramos de dos clases, dependiendo de la cantidad de grasa que contiene
- Nata líquida para cocinar. Crema de leche utilizada para cocinar. Con un mínimo de un 15% y un máximo de un 18% de materia grasa (por lo que nunca espesará al batirla por mucho que nos empeñemos), resulta ideal para hacer salsas y cremas. Aporta mucha cremosidad y untuosidad a los platos y no es especialmente pesada, en cuanto a cantidad de grasa. Está pensada para emplearla en la elaboración de platos salados, por lo que si en una receta de pastelería leemos la palabra "nata", nunca utilizaremos esta variedad.
Otra nata que se emplea del mismo modo que la nata líquida para cocinar, es la nata espesa, y su proporción de materia grasa es casi idéntica. Sin embargo, obtenemos unos platos de mayor calidad. Perfecta para añadir a rellenos de empanadas o tartas saladas, ya que, al no ser tan líquida, no se derrama, no rebosa por los bordes de la masa.
- Nata líquida para montar. Ha de contener, como mínimo un 30% de grasa en su composición. Será de buena calidad si su contenido en materia grasa supera el 35%. Es perfecta para obtener nata montada y para la elaboración de multitud de postres, como tartas de queso, bizcochos y pasteles, entre otros.
Esta nata, si contiene un mínimo de 35% de grasa, la podemos utilizar en sustitución de la nata doble o "heavy whipping cream", nata utilizada en muchas recetas en inglés, cuyo contenido en materia grasa es de un 40 y un 48%
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