Los puerros pertenecen a la familia de las cebollas y cebolletas, pero son más grandes, más dulces y más suaves. Este sabor suave y su facilidad de preparación hacen del puerro un ingrediente idóneo para sopas, guisos y platos principales de carne blanca, fríos o calientes, o como guarnición salteándolos ligeramente. También se pueden comer crudos, en ensaladas, o cocidos; fríos o calientes; como una verdura o bien como condimento de cualquier plato.
COMPRA
Al comprarlos, observar que las hojas verde oscuro estén firmes y bien enrolladas y desechar todos aquellos que se abran en las puntas, ya que indica que están duros y únicamente se podrán utilizar para caldos o sopas, y los que están flácidos. Los que se venden sin empaquetar, con sus raíces y sus hojas verdes intactas, tienen una vida más larga. Sabed que los pequeños o medianos, son los más sabrosos y tiernos y, cuanto más redondeado en el bulbo,más viejo es el puerro. Prácticamente los encontramos todo el año en el mercado, pero están en óptimas condiciones de septiembre a finales de abril.
CONSERVACIÓN
Guardarlos en la nevera, cortando primero las raíces y la parte dura de las hojas y metiéndolos en una bolsa (para evitar que su olor lo invada todo), sin cortar ni lavar y en el cajón de la verdura. Dependiendo de su frescura, se pueden almacenar entre cinco días y dos semanas. Los puerros cocidos deben cubrirse, refrigerarse y usarse dentro de uno o dos días.
Evitar la congelación a no ser que se vayan a utilizar en sopas o similares recetas, ya que éste método tiende a convertirlos en papilla y a darles un amargo sabor. Si se opta por éste método de conservación, cortarlos en rodajas o dejarlos enteros, guardarlos en bolsas herméticas y usarlos antes de tres meses. Y no descongelar antes de cocinar para preservar su sabor. Si se guardan cocidos, usarlos para sopas y antes de tres meses.
PREPARACIÓN
Es relativamente fácil. Empezar cortando las raíces y las puntas verde oscuro, quedando el tallo blanco y un poco de hojas verde claro, y quitar también la primera capa de la parte blanca. Cortarlos a lo largo y lavarlos bien. Asegurarse abrir bien las hojas, pues tienden a estar bastante sucias. Escurrir de agua y picar o cortar según sea la preparación.
Se preparen como se preparen, evitar que se cocinen demasiado porque se volverán blandos. Hay que cocinarlos hasta que estén tiernos, pero con cierta dureza al cortarlos. Al dente, como la pasta. Y cuando los añadamos a una receta, cerca del término de la cocción.
Pueden consumirse crudos, si son tiernos, en ensaladas, o cocidos. Hervidos, como plato único. En preparaciones de guisos o potajes. En purés, hojaldres, pasteles, cremas, salteados, paellas, pizzas y pastas, como guarnición...
Como veréis, el puerro es un producto muy versátil y sus múltiples preparaciones nos permite utilizarlo mucho más de lo que pensamos.
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