CHIRIMOYAS. COMPRA, ALMACENAMIENTO Y CONSUMO



COMPRA Y ALMACENAMIENTO
     La chirimoya es una de las frutas típicas de invierno. Su temporada dura de septiembre a febrero, que es cuando alcanza su punto óptimo de madurez, y durante esa época se puede encontrar en los supermercados de Europa y América del Norte.
     Cuando está verde, la fruta todavía se siente muy firme. Si podemos esperar entre 1 y 2 días, vale la pena comprarla en estas condiciones. El punto ideal de madurez y por tanto de consumo, se consigue a partir del cuarto día desde su recogida, manteniéndola a temperatura ambiente. Pero recordad que, tan pronto como esté madura, se debe consumir lo más rápido posible.
     Para saber si está en su punto de madurez, podemos tomar como referencia el color de la piel, pero sobretodo, su tacto.  Sólo cuando la pulpa de la fruta cede ligeramente bajo una suave presión, estará madura. En cuanto al color, si el verde oscuro comienza a convertirse en verde claro/amarillo, estará en condiciones de consumirse. Si presenta algunas manchitas negras, no hay que preocuparse pues sigue estando en perfectas condiciones; esto, se debe a su extremada sensibilidad.
 Y para protegerla, a menudo se envuelve en una red de espuma.

     No soporta bien las bajas temperaturas, por lo que no es aconsejable conservarla en la nevera mucho tiempo, ya que su sabor, color y textura se verían perjudicadas. A tener en cuenta que los cambios bruscos de temperatura pueden hacer que la piel de la chirimoya se vuelva oscura, pero eso sólo afecta al aspecto y no la estado de su pulpa. Para que no toda la fruta comprada madure al mismo tiempo, guardar una parte en el frigorífico para retrasar el proceso de maduración. Si, por el contrario, queremos acelerar el proceso de maduración, conviene colocarla junto a frutos que emitan etileno a temperatura ambiente (como las manzanas o el maracuyá, entre otros)
     La chirimoya también libera gas etileno. Por eso es mejor guardar la que esté muy madura separada del resto después de comprarla. La fruta cortada debe consumirse lo más rápido posible o guardarse en un recipiente hermético por un corto tiempo en el refrigerador.



CONSUMO
     La manera más habitual de comer chirimoya es como fruta fresca. Cortarla por la mitad, retirar el tallo interior y comerla a cucharadas. Las pepitas no se comen, y hay que tener en cuenta que se oxida rápidamente; para evitarlo, se puede rociar con zumo de limón. También puede ser pelada y cortada en trozos.
    También se puede emplear en la elaboración de mermeladas, batidos (se puede mezclar con leche o yogur), zumos (combinándola con otras frutas o simplemente exprimiéndola), helados, macedonias, sorbetes o cocidas (por ejemplo, para preparar salsas que acompañen distintos tipos de carne, ensaladas, postres....)

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